ACTITUDES QUE SE DEBEN OBSERVAR EN EL TEMPLO

El templo es considerado, desde la Sagrada Escritura (Is. 56, 7; Mt. 21, 13; Mc. 11, 17; Lc. 19, 46), “Casa de Oración”; es decir, espacio de encuentro con Dios. En consecuencia, espacio sagrado. Por eso, se imponen una serie de normas que se deben observar dentro de ese

espacio:

a. Para favorecer el clima de oración, el silencio es una exigencia. Si se necesita decir algo, debe hacerse a un volumen que no dificulte la oración del prójimo. Si se necesita atender una llamada

urgente no debe hacerse dentro del templo, por lo que es necesario salir de él. Es preferible, mantener el equipo apagado.

b. Por ser espacio sagrado, la vestimenta de quien se encuentra en el templo debe ser recatada, y congruente con la Fe que se profesa, evitando signos o símbolos que hagan referencia a contenidos

contrarios a ella. Debe evitarse el uso de gorras o sombreros en el interior del templo por consideración a Cristo, “Él es la cabeza del cuerpo, es decir, de la Iglesia” (Col. 1, 18).

c. Lo mismo ha de decirse de los gestos o posturas que se asumen. Deben ser discretos, evitando cualquiera que falte al decoro. Durante la celebración litúrgica o fuera de ella, sólo tres son las posturas acordes con la oración: de pie, sentado o de rodillas.

d. Durante la celebración litúrgica, las posturas y gestos señalados por las normas litúrgicas como comunes a todos deben ser asumidos por todos, salvo que por razones de salud, se vean impedidos a ello.

e. Al pasar frente al Sagrario (o frente al Santísimo Sacramento expuesto fuera de aquel) el gesto oportuno es la genuflexión (o la inclinación profunda); frente al Altar, al presidente de la celebración, a las imágenes del Señor, de la Virgen o de los Santos, al Cirio pascual encendido, al Evangeliario o el Leccionario, el gesto adecuado es la inclinación leve.

f. Es impropio el consumo de cualquier alimento o bebida (que no sean el Pan o el Vino eucarísticos) dentro del templo.

g. Es impropia la lectura de cualquier texto ajeno a la liturgia o a la oración personal.

h. Durante la celebración litúrgica debe evitarse cualquier cosa que dificulte la participación consciente y activa en ella.